“¿Rubia o Märzen?”—me preguntaba a mí mismo mientras
intentaba elegir qué six pack de cervezas debía llevar para el camino—“Quedémonos
con la Märzen. Ya tuve mi tiempo con la rubia anyway”. Agarré el six pack del
refrigerador del supermercado y me dirigí a la caja registradora. La cajera me
miró y me dio una sonrisa que no esperaba y que me agarró por sorpresa. Se la
devolví como gesto de complicidad y le guiñé el ojo como jugueteando. “Supongo
que es por mi vestuario.”—Dije para mis adentros—. Y la verdad es que ese día
no usaba nada fuera de lo común. Andaba algo desenfadado pues no hice más que
levantarme, cepillarme y ponerme lo primero que se me ocurrió. Un jean oscuro,
mis típicos Vans negros clásicos, una franela blanca con cuello en “v” que me
quedaba algo ajustada y mi chaqueta de cuero negra a la par con mis Raybans de aviador.
Tan pronto salí al estacionamiento del lugar me volví a
colocar los lentes y caminé hacia el auto —un Pontiac Firebird Trans Am del 78’—tan
pronto subí mi primera acción fue destapar una de las cervezas, encender el
auto y colocar algo de Marilyn Manson para acompañarme en el viaje. ¿A dónde me
dirigía? Eso realmente no es importante aunque
puedo adelantarles que nunca llegué a ese destino. Justo cuando iba
saliendo de la ciudad recibí una llamada. Era ella pidiéndome un aventón. No
tengo idea de cómo se enteró que yo saldría de viaje y por supuesto que quiso
anotarse. Accedí puesto que sería de mucha ayuda tener a un copiloto en el
viaje y además alguien con quien hablar a pesar de que soy de pocas palabras.
Mientras conducía hasta su casa para recogerla mi mente se
distraía pensando en miles de cosas lo que hizo que ese pequeño trayecto fuese
mucho más corto de por sí. Al estacionar frente a su casa la llamé al celular,
el cuál no repicó ni dos veces cuando se abrió la puerta y la vi salir. Era
ella pero había cambiado. Su cabello oscuro y ondulado era corto ahora, con un
aspecto algo desarreglado—cosa que obviamente no era cierta, quizá fue a lo que
más atención le prestó mientras se alistaba—y lucía unas caderas con unas
curvas que descarrilarían a cualquiera que las pasase sin precaución. La vi en
aquel vestido blanco y corto, ceñido al cuerpo con zapatos de tacón alto del
mismo color y mi única reacción fue usar el pito del auto para denotar la ¿emoción?
Ella levantó la mano como saludando y sonrió al verme y oír el sonido. Tan
pronto se subió al auto lo primero que hice fue preguntarle a qué se debía tan
producida vestimenta.
—“¿Vas a una boda?” Pregunté en tono de chiste.
—“Realmente no, darling. Hoy simplemente quise verme
bonita, es todo,” me respondió mientras se encogía de hombros.
—“Well, you made it, señorita. You look smokin’ hot today,”
dije mientras le guiñaba el ojo y ella al mismo tiempo se echó a reír.
—“Nunca te ha salido lo de ser irresistiblemente seductor
pero de alguna manera siempre atrapas a la gente con esos gestos,” dijo mientras
reía.
Emprendimos el viaje de manera rápida puesto que yo en
teoría iba tarde al sitio donde se supone debía llegar. Era un viaje de dos
días y yo debía haber llegado para la mañana siguiente lo cual suponía un día
entero de retraso. La verdad es que tampoco tenía muchas ganas de llegar.
Íbamos en medio del camino, era bastante soleado y algo
caluroso. Nada fuera de lo común para la ruta 50 entre California y Nevada. Era
más o menos medio día cuando nos detuvimos en una estación de servicio para
recargar combustible y comprar algo para comer. Entramos al mini-mercado y yo
elegí un par de snacks para el camino. Justo mientras pagaba, la señorita se
dirigió hacia los refrigeradores del sitio lo que me hizo querer comprar más
cerveza porque dos días de camino y dos personas. La vi eligiendo pero sin
abrir la puerta de vidrio y me acerqué lentamente. Justo cuando iba a asustarla
ella se volteó y me dijo “¿Buscabas algo, handsome?”—A lo que yo respondí que
venía por unas cervezas—
Me acerqué más y estiré mi brazo, casi rodeándola por la
cintura para poder llegar hasta la manilla de la puerta. Ella reía
juguetonamente mientras más me acercaba hasta estar a un par de centímetros de
distancia.
—“Quizá deberías comprar algo mejor que cerveza, honey.
Somos dos en el viaje. Además la cerveza no sabe bien estando caliente y no veo
que hayas traído cava,” dijo mientras me veía directo a los ojos.
—“Sabes qué. Quizá tengas razón,” dije mientras me daba
la vuelta rápidamente y me alejaba hacia la isla de los licores como si nada
hubiese pasado entre ambos.
Decidí que lo mejor sería una botella de vodka, ya estaba
decidido. Pagué el combustible y los snacks y salimos del establecimiento.
Justo cuando volteaba para cerciorarme de que no dejaba nada en el mostrador
pude notar la mirada sin escrúpulos del dependiente y no pude evitar reírme. “Sí,
buddy. I feel you, yo también le echaría un último vistazo a ese trasero antes
de irse”—pensé entre risas—ella intentaba deducir por qué me reía pero siempre
le contestaba que no era por nada.
Subimos al auto y arrancamos. Yo destapé otra cerveza. Le
ofrecí una pero me dijo que no le gustaban calientes pero que sí quería era
destapar la bolsa de Doritos. Yo le dije que era bienvenida a hacerlo. Al final
de ellos comeríamos ambos y ambos teníamos hambre. So, winning.
—“Éste carro es bello pero es demasiado incómodo,” me
dijo mientras se quitaba los tacones y procedía a colocar sus piernas en mi regazo.
—“Mira. ¿Te gustan? Me los acomodé ayer,” dijo mientras
movía los pies.
—“No tengo fetiche con los pies pero sí, están bonitos.
Pero ¿por qué dices que el carro es incómodo?” Pregunté aunque obviamente por
lo ocurrido ya lo había deducido.
—“Es muy pequeño, no hay como estirar bien las piernas,”
dijo mientras se acomodaba mejor en el asiento. Quedando recostada entre la
puerta y el asiento.
—“¿No lo estarás haciendo para mostrarme que te
arreglaste los pies y que tu rutina de cuidado de piernas está haciendo efecto?”
dije en tono burlón mientras le daba un sorbo a la cerveza y meneaba la cabeza
al ritmo de The Mephistopheles of Los Angeles que ahora sonaba en el
reproductor.
—“Bueno, también. Pero lo del carro también es un punto
válido,” respondió. Mientras me lanzaba un Dorito en forma de queja.
Yo como buen ser hambriento que soy obviamente lo recogí
de donde había caído y me lo comí. Ella al verlo me acercó la bolsa para que
agarrara. Y así pasamos gran parte del viaje hasta que cayó la noche. Yo estaba
algo cansado y quería parar para bajar del auto y estirar un poco las piernas.
Así que aparcamos a un lado del camino y nos recostamos del lado izquierdo del
capó a ver el paisaje mientras hablábamos. Me quité la chaqueta, el calor de
esa zona es terrible.
—“Como deseo un cigarrillo en éste momento,” pensé en voz
alta.
—“¡NO! Niño malo, ya lo dejaste,” respondió ella en tono
de regaño mientras me daba una golpe en el pecho.
—“Bueno, saca el vodka pues. Y le echamos bolas los dos.
Al fin y al cabo ya es de noche y debemos parar para descansar. Conozco un
pequeño motel de carretera donde podríamos quedarnos. No es el mejor, es de
mala muerte, los cuartos son pequeños y los muebles huelen a cigarro pero es
barato, tiene ducha de agua caliente y servirá para dormir,” dije haciendo
ademanes de resignación.
Ella abrió la puerta del copiloto para buscar la botella
pero como ésta quedaba del lado del conductor en la guantera tuvo que ponerse
básicamente on all fours. Ella ya sabía que yo la vería así que hasta arqueó la
espalda y se tomó su tiempo. Yo por supuesto que la vi y me mordí el labio para
no decir nada. Rápidamente volví a mirar hacia el frente, hacia el horizonte
como haciéndome el tonto. La oí cerrar la puerta y al acercarse me preguntó en
tono juguetón.
—“¿Viste algo que te gustara?”
—“No realmente, nada fuera de lo común o del día a día,”
dije mientras una pequeña sonrisa se me escapaba. Hacía tiempo que ya ambos
jugábamos ese juego.
Destapé la botella y le di un gran trago directo puesto
que en ningún momento había empacado vasos. Se la ofrecí y ella también le dio
un trago largo. Qué par de alcohólicos éramos. Comenzamos a hablar del día a
día. De cómo estaban yendo nuestras vidas y qué había sucedido en ese tiempo
que llevábamos sin hablar. Poniéndonos al corriente de todo. Así pasó alrededor
de una hora y llevábamos la botella por la mitad. La charla se había vuelto
horny—de alguna manera siempre sucedía—y si sumamos el alcohol, digamos que no
se logra buena mezcla. O quizá sí. Who knows?
La vi acercarse a mí cada vez más mientras hablábamos
hasta el punto que nuestros labios casi se rozaban y justo cuando parecía
inevitable se alejó y le dio un trago a la botella. Yo ya sabía que iba hacerlo
así que sólo reí y le dije “you’re such a tease”—a lo que ella rió—
—“Deberíamos ir yendo hasta el motel,” dije haciendo
gesto de que era tarde ya.
—“¿Así? ¿Sin romanticismo? Ni siquiera una cena sino una
bolsa de Doritos y vodka,” dijo fingiendo indignación.
—“Para dormir, idiota,” dije mientras abría la puerta del
auto y me subía a él.
—“Ya lo sé. Sólo jugaba contigo,” dijo mientras mostraba
cierto disgusto porque no le había seguido el juego.
—“Bueno, si cargas panties de encaje te invito una cena
al llegar al destino,” dije jugando.
—“Y quiero que sea fancy,” respondió mientras se subía el
vestido antes de subirse al auto y me mostraba aquellas panties de encaje
negro.
—“Ahora da vueltita, gánatela,” la reté.
Ella procedió a dar la vuelta como dando saltitos. Logré
ver aquel precioso trasero. And I’ll be honest with you. Nunca he sido de piel
canela, prefiero la palidez pero ella tenía algo que no lo sé.
—“¿Contento?” Preguntó al terminar la vuelta.
—“As always, mon amour,” respondí mientras le sonreía y
le guiñaba el ojo.
Eran aproximadamente unos 15 mins de camino hasta llegar
al motel. Ella volvió a colocar sus piernas en mi regazo pero esta vez jugaba
provocativamente tocando mi pecho con sus pies y haciendo un vaivén con ellos
sobre mi entrepierna. Cada vez que la miraba furtivamente ella me veía directo
a los ojos en tono desafiante. No había palabras, sólo sonaba música en el
reproductor pero nos comunicábamos tan bien con el cuerpo que no era necesario
hablar. Ella hizo un gesto con la cabeza a la par que dirigía su mirada hacia
abajo y noté que se había subido el vestido dejándome ver aquellas preciosas
panties de encaje negro nuevamente. Ella notó mi sorpresa y se mordió el labio
de manera juguetona a la par que se le escapaba una sonrisa. Posé mi mano sobre
su rodilla y comencé a subir lentamente por sus muslos tocando la parte interna
de estos con tan solo la yema de mis dedos y justo antes de llegar al final me
detuve y devolví la mano al volante mientras echaba una risa y meneaba la
cabeza en tono de negación. A ella no le gustó lo que había hecho así que
recogió las piernas y esta vez posó sus pies sobre el tablero del auto. Me dio
otra mirada pero esta vez era bitchy como si hubiese descubierto alguna manera
de lograr el efecto que andaba buscando en mí. Abrió sus piernas y con el vestido
aún levantado comenzó a tocarse la cara interna de ambos muslos ella misma mientras
se reclinaba más del asiento, sacaba el pecho y respiraba profundo y fuerte
para captar mi atención. Cuando la miré se tocaba de manera erótica por encima
de las panties con una de sus manos mientras con la otra se acariciaba los
senos por encima del vestido. Todo esto mientras me veía directamente. Fueron
un par de segundos viendo aquel espectáculo pero luego debí volver la mirada al
camino. Ya de por sí estaba algo ebrio, dejar de mirar el camino era mala idea.
Ella tomó el gesto como que aún no llamaba mi atención
así que ésta vez hizo a un lado sus panties y comenzó a acariciarse el clítoris
mientras gemía fuerte y con la otra mano me tocaba por encima del pantalón. Ya
a éste punto estaba totalmente loco por tener el mejor sexo de mi vida con
ella. Pero en medio de la carretera y dentro de ese auto tan pequeño no iba a
ser nada cómodo, por ello me limitaba a seguir conduciendo hasta el motel. Sus
gemidos se metían dentro de mi piel, el aroma de ella mezclado con su dulce
perfume me tenía embriagado y sentía como el hornyness se apropiaba cada vez
más de mí. Ella recorría la silueta de mi pene ya erecto de manera lenta pero
fuerte por encima del jean y gemía cada vez más rápido a la par que se
masturbaba. Yo no pude aguantar y llevé mi mano directo hasta su coño y comencé
a frotarla de arriba abajo, a aprisionar la base de su clítoris entre mis dedos
y hacer círculos vigorosamente. Parecía que había dado justo en el punto porque
comenzó a mecer sus caderas en un vaivén cada vez más rápido hasta que con la mano
que tenía encima de mi entrepierna me apretó fuerte y dejó ir un gemido que
esta vez fue ahogado y cerró sus piernas de manera brusca aprisionando mi mano
en su coño mientras temblaba.
Cuando pudo recuperar el aliento me miró y pude notar
pena en ella pero a la vez un gesto de complicidad. Yo le sonreí para hacerle
saber que todo estaba bien. Ella quitó su mano de encima de mí rápidamente y se
bajó el vestido con la misma rapidez.
—“¿Falta mucho para llegar al motel?” Preguntó en voz
baja y con un tono tímido.
—“Ya llegamos,” respondí mientras cruzaba para entrar en
el estacionamiento del lugar.
Metimos las provisiones en una bolsa y bajamos del auto.
Pagamos la habitación de una noche en la recepción donde la recepcionista nos
dio una llave que llevaba colgando un pequeño pedazo de cartón entre dos piezas
de plástico. Al llegar a la puerta del mismo vi el número.
—“Es mi favorito. Qué curioso,” dije mientras abría la
puerta.
—“¿Por qué ese número?” Me preguntó mientras veía el
número 4 marcado en la puerta.
—“Porque desde muy pequeño ese número ha estado
relacionado con muchas cosas que me gustan, parece un patrón planeado por
alguna fuerza extraña. Por ello es mi favorito y mi número de la suerte. Además…
¿A quién no le gusta tener a su little girl on all fours?” respondí mientras
reía.
—“Cierto…” Dijo ella en tono perspicaz.
Coloqué las cosas en la mesa donde se encontraba un viejo
televisor grande. Era una habitación pequeña, efectivamente. Un sillón en una
esquina con una lámpara a su lado. Una cama matrimonial con sábanas blancas, un
espejo en una de las paredes. Típico roadside motel americano. Saqué el vodka
de la bolsa para darle un trago y cuando volteo a preguntarle si quería me la
consigo precisamente on all fours sobre la cama con su cabeza volteada hacia
donde estaba yo parado como esperando a que la mirara. Le di un trago largo a
la botella y no pude evitar llegar hasta donde se encontraba. Le subí el
vestido con una de mis manos mientras que con la otra agarraba su cabello y
tiraba de él. Comencé a darle nalgadas fuertes a las que ella reaccionaba
arqueando más la espalda y dando quejidos de placer y dolor.
—“Quiero que las cuentes y si pierdes la cuenta debes
comenzar de nuevo,” dije mientras le daba otra nalgada.
—“U-uno,” contó entre gemidos.
Realmente perdí la cuenta de cuantas fueron pero fueron
las suficientes como para dejarle el trasero rojo y sensible.
—“Lo hiciste bien, little girl. Así me gusta, que seas
una niña buena,” le dije mientras acariciaba su precioso trasero como parte del
aftercare. De vez en cuando frotaba su coño por encima del encaje con mis dedos
medio y anular.
—“Ahora recuéstate,” le ordené mientras aplicaba algo de
fuerza sobre su nuca.
Ella se recostó boca abajo y mi siguiente movida fue
comenzar a bajar el cierre del vestido a la par que iba besando lentamente su
espalda desde su nuca hasta donde terminaba dicho cierre en su espalda baja.
Halé de él de un solo tirón y la dejé solamente con las panties que tampoco
duraron mucho puesto que también halé bruscamente de ellas para quitárselas.
Por fin, luego de tanto tiempo pude tener frente a mí y sólo para mí a aquella
belleza esbelta de piel canela y ojos penetrantes. Aquella belleza que muchas
veces me había dejado sin aliento entre tantos de nuestros juegos de tira y
afloja. Por esa noche y sólo por esa noche ella me pertenecía y no iba a dejar
que se fuese sin hacerle cada cosa que había pasado por mi mente.
Le ordené que se volteara y la tomé del cabello para hacerla
arrodillar frente a mí. Desabroché mi pantalón y bajé el cierre del mismo para
luego bajar la parte delantera del bóxer dejando a la vista mi pene que salió
de su prisión como en una especie de “pop” por lo erecto que se encontraba.
Ella llevó una de sus manos hasta él pero al hacerlo le di una bofetada y “sin
manos”—le ordené—a lo que ella puso ambas manos a sus espaldas y comenzó a
lamerlo de arriba abajo usando su boca. Parecía dificultársele puesto que se le
hacía algo incómodo pero yo disfrutaba de tenerla arrodillada frente a mí
siguiendo mis órdenes.
—“Escúpelo y chúpalo, zorrita,” le ordené mientras tomaba
el cabello que caía sobre su cara y lo apartaba para posteriormente halarlo y
traerla más hacia mí. Ella lo escupió y comenzó a chupar la punta en un vaivén
de su cabeza. Jugaba con su lengua dentro cosa que me pareció sorpresivamente
placentera. It was hitting the right spot al punto que estaba a punto de tener
un orgasmo pero no podía permitir que ella lograra hacerme venir tan rápido así
que la agarré del cabello y comencé a follarle la boca cada vez más rápido. De
esa manera evadía el jugueteo de su lengua sin perder el hornyness de la
ocasión. “abre bien la boca, putita”—le dije mientras le follaba la boca
intentando llegar hasta su garganta. Y Dios, qué delicioso tener a aquella
belleza en una posición tan denigrantemente placentera.
La tiré sobre la cama y comencé a comerle aquel coño que
se encontraba súper húmedo. Aparentemente yo no era el único que estaba
disfrutando del roughness. Comencé a lamerla de arriba abajo dando pequeñas
lamidas a su clítoris el cuál también succionaba de manera gentil de vez en
cuando. Cuando la sentí agitarse la penetré con dos de mis dedos y comencé a
realizar como una especie de gesto de llamado dentro de ella a la par que
seguía dando lamidas, chupadas y pequeñas mordidas here and there hasta que no
pudo más y haló de mi cabello. Un “Daddyy” se le escapó entre gemidos. Cuando
terminó llevé mis dedos a su boca los cuáles chupó provocativamente mientras me
veía a los ojos.
Me desvestí lo más rápido que pude mientras ella me veía
y gemía en un tono inocentemente naughty “Hurry up, Daddy. I want you to fuck me now”.
—“Voltéate, little girl. Face down, ass up.” Le
ordené, cosa que hizo de inmediato.
Al
tenerla de esa manera le di otra nalgada y no pude evitar dar otro par de
lamidas a su delicioso y dulce coño. Comencé a penetrarla mientras tiraba de su
cabello y le gemía en el oído lo zorrita que era, como lo tease que era me
había llevado a follarla de tal manera, que las putitas como ella lo único que
merecen es que se las follen justo como yo me encontraba haciéndolo con ella en
ese momento y que de ahora en adelante sería mi fuckdoll. Con cada palabra
parecía que ella se prendía cada vez más así que la tomé del cuello, apreté de
este con mis dedos mientras la penetraba cada vez más fuerte y rápido, y mordí
su hombro. Tuvo el orgasmo más fuerte de la noche justo en ese momento y qué
delicioso se sintió estar dentro de ella mientras se venía. Casi logra que me
viniese también en ese momento pero no quería que mi diversión acabase allí así
que me contuve lo más que pude.
—“I want to ride you, Daddy,” le oí decir.
—“I want to be the best girl and the baddest bitch
that has ride you to this day,” dijo en tono desafiante.
Así
que me recosté sobre la cama y ella se subió encima de mí. Primero comenzó a
frotar mi pene con su coño en un vaivén lento mientras rasguñaba mi pecho y me
veía directo a los ojos. No puedo explicar lo rico que se sintió aquello, ella
de verdad sabía cómo hacer las cosas para tenerme adicto. Y cuando menos lo
esperé tomó mi pene con una de sus manos y lo introdujo dentro de ella. Dio un
gemido medio ahogado y comenzó a cabalgarme vigorosamente mientras gemía.
—“Eso
es, putita. Gime lo más duro que puedas. Que los vecinos se enteren de que eres
una completa zorra, que te encanta como Daddy te folla.” Le dije mientras la
tomaba del cuello con una de mis manos y con la otra agarraba fuerte de sus
senos.
—“Mírame
a los ojos,” le ordené mientras yo también hacía un vaivén con mis caderas en
sentido contrario al de ella.
Hubo
un momento donde en un movimiento de caderas la volteé para que quedara ella
recostada de la cama y yo follándola ahora. Seguía tomándola del cuello
mientras la penetraba cada vez más fuerte y rápido. Mi respiración se agitaba.
Ella me aprisionaba con sus piernas rodeándome con ellas y presionando como
queriendo que llegase hasta lo más profundo—God, como amo que hagan eso—, ella
tuvo otro orgasmo grande mientras yo seguía penetrándola como si no hubiese
mañana hasta que no pude más y exploté de placer en una serie de gemidos
intensos. Me había venido dentro de ella y Dios, qué delicioso fue. Además qué
morbo más grande me producía aquel hecho. Caí sobre ella y le di un beso
apasionado para acto seguido caer rendido en un sueño profundo.
Cuando
desperté la mañana siguiente lo primero que hice instintivamente fue mirar el
reloj y ya eran pasadas las 10:00 am. Ya no llegaría a mi destino en tiempo
decente. Así que rápidamente decidí descartarlo. Ella no se encontraba en la
cama así que rápidamente la busqué con una mirada por el cuarto y la encontré
posando frente al espejo tomándose fotos con su celular.
—“Espero
que tengas dinero para comprarme ropa nueva porque anoche dejaste mis panties
deshechas.” Me dijo en tono entre juguetón y de reproche.
And the dress… “She’ll never cover up what we did with
the dress.”
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