martes, 27 de agosto de 2019

Born from a dream.


“¿Rubia o Märzen?”—me preguntaba a mí mismo mientras intentaba elegir qué six pack de cervezas debía llevar para el camino—“Quedémonos con la Märzen. Ya tuve mi tiempo con la rubia anyway”. Agarré el six pack del refrigerador del supermercado y me dirigí a la caja registradora. La cajera me miró y me dio una sonrisa que no esperaba y que me agarró por sorpresa. Se la devolví como gesto de complicidad y le guiñé el ojo como jugueteando. “Supongo que es por mi vestuario.”—Dije para mis adentros—. Y la verdad es que ese día no usaba nada fuera de lo común. Andaba algo desenfadado pues no hice más que levantarme, cepillarme y ponerme lo primero que se me ocurrió. Un jean oscuro, mis típicos Vans negros clásicos, una franela blanca con cuello en “v” que me quedaba algo ajustada y mi chaqueta de cuero negra a la par con mis Raybans de aviador.

Tan pronto salí al estacionamiento del lugar me volví a colocar los lentes y caminé hacia el auto —un Pontiac Firebird Trans Am del 78’—tan pronto subí mi primera acción fue destapar una de las cervezas, encender el auto y colocar algo de Marilyn Manson para acompañarme en el viaje. ¿A dónde me dirigía? Eso realmente no es importante aunque  puedo adelantarles que nunca llegué a ese destino. Justo cuando iba saliendo de la ciudad recibí una llamada. Era ella pidiéndome un aventón. No tengo idea de cómo se enteró que yo saldría de viaje y por supuesto que quiso anotarse. Accedí puesto que sería de mucha ayuda tener a un copiloto en el viaje y además alguien con quien hablar a pesar de que soy de pocas palabras.

Mientras conducía hasta su casa para recogerla mi mente se distraía pensando en miles de cosas lo que hizo que ese pequeño trayecto fuese mucho más corto de por sí. Al estacionar frente a su casa la llamé al celular, el cuál no repicó ni dos veces cuando se abrió la puerta y la vi salir. Era ella pero había cambiado. Su cabello oscuro y ondulado era corto ahora, con un aspecto algo desarreglado—cosa que obviamente no era cierta, quizá fue a lo que más atención le prestó mientras se alistaba—y lucía unas caderas con unas curvas que descarrilarían a cualquiera que las pasase sin precaución. La vi en aquel vestido blanco y corto, ceñido al cuerpo con zapatos de tacón alto del mismo color y mi única reacción fue usar el pito del auto para denotar la ¿emoción? Ella levantó la mano como saludando y sonrió al verme y oír el sonido. Tan pronto se subió al auto lo primero que hice fue preguntarle a qué se debía tan producida vestimenta.

—“¿Vas a una boda?” Pregunté en tono de chiste.

—“Realmente no, darling. Hoy simplemente quise verme bonita, es todo,” me respondió mientras se encogía de hombros.

—“Well, you made it, señorita. You look smokin’ hot today,” dije mientras le guiñaba el ojo y ella al mismo tiempo se echó a reír.

—“Nunca te ha salido lo de ser irresistiblemente seductor pero de alguna manera siempre atrapas a la gente con esos gestos,” dijo mientras reía.

Emprendimos el viaje de manera rápida puesto que yo en teoría iba tarde al sitio donde se supone debía llegar. Era un viaje de dos días y yo debía haber llegado para la mañana siguiente lo cual suponía un día entero de retraso. La verdad es que tampoco tenía muchas ganas de llegar.

Íbamos en medio del camino, era bastante soleado y algo caluroso. Nada fuera de lo común para la ruta 50 entre California y Nevada. Era más o menos medio día cuando nos detuvimos en una estación de servicio para recargar combustible y comprar algo para comer. Entramos al mini-mercado y yo elegí un par de snacks para el camino. Justo mientras pagaba, la señorita se dirigió hacia los refrigeradores del sitio lo que me hizo querer comprar más cerveza porque dos días de camino y dos personas. La vi eligiendo pero sin abrir la puerta de vidrio y me acerqué lentamente. Justo cuando iba a asustarla ella se volteó y me dijo “¿Buscabas algo, handsome?”—A lo que yo respondí que venía por unas cervezas—

Me acerqué más y estiré mi brazo, casi rodeándola por la cintura para poder llegar hasta la manilla de la puerta. Ella reía juguetonamente mientras más me acercaba hasta estar a un par de centímetros de distancia.

—“Quizá deberías comprar algo mejor que cerveza, honey. Somos dos en el viaje. Además la cerveza no sabe bien estando caliente y no veo que hayas traído cava,” dijo mientras me veía directo a los ojos.

—“Sabes qué. Quizá tengas razón,” dije mientras me daba la vuelta rápidamente y me alejaba hacia la isla de los licores como si nada hubiese pasado entre ambos.

Decidí que lo mejor sería una botella de vodka, ya estaba decidido. Pagué el combustible y los snacks y salimos del establecimiento. Justo cuando volteaba para cerciorarme de que no dejaba nada en el mostrador pude notar la mirada sin escrúpulos del dependiente y no pude evitar reírme. “Sí, buddy. I feel you, yo también le echaría un último vistazo a ese trasero antes de irse”—pensé entre risas—ella intentaba deducir por qué me reía pero siempre le contestaba que no era por nada.

Subimos al auto y arrancamos. Yo destapé otra cerveza. Le ofrecí una pero me dijo que no le gustaban calientes pero que sí quería era destapar la bolsa de Doritos. Yo le dije que era bienvenida a hacerlo. Al final de ellos comeríamos ambos y ambos teníamos hambre. So, winning.

—“Éste carro es bello pero es demasiado incómodo,” me dijo mientras se quitaba los tacones y procedía a  colocar sus piernas en mi regazo.

—“Mira. ¿Te gustan? Me los acomodé ayer,” dijo mientras movía los pies.

—“No tengo fetiche con los pies pero sí, están bonitos. Pero ¿por qué dices que el carro es incómodo?” Pregunté aunque obviamente por lo ocurrido ya lo había deducido.

—“Es muy pequeño, no hay como estirar bien las piernas,” dijo mientras se acomodaba mejor en el asiento. Quedando recostada entre la puerta y el asiento.

—“¿No lo estarás haciendo para mostrarme que te arreglaste los pies y que tu rutina de cuidado de piernas está haciendo efecto?” dije en tono burlón mientras le daba un sorbo a la cerveza y meneaba la cabeza al ritmo de The Mephistopheles of Los Angeles que ahora sonaba en el reproductor.

—“Bueno, también. Pero lo del carro también es un punto válido,” respondió. Mientras me lanzaba un Dorito en forma de queja.

Yo como buen ser hambriento que soy obviamente lo recogí de donde había caído y me lo comí. Ella al verlo me acercó la bolsa para que agarrara. Y así pasamos gran parte del viaje hasta que cayó la noche. Yo estaba algo cansado y quería parar para bajar del auto y estirar un poco las piernas. Así que aparcamos a un lado del camino y nos recostamos del lado izquierdo del capó a ver el paisaje mientras hablábamos. Me quité la chaqueta, el calor de esa zona es terrible.

—“Como deseo un cigarrillo en éste momento,” pensé en voz alta.

—“¡NO! Niño malo, ya lo dejaste,” respondió ella en tono de regaño mientras me daba una golpe en el pecho.

—“Bueno, saca el vodka pues. Y le echamos bolas los dos. Al fin y al cabo ya es de noche y debemos parar para descansar. Conozco un pequeño motel de carretera donde podríamos quedarnos. No es el mejor, es de mala muerte, los cuartos son pequeños y los muebles huelen a cigarro pero es barato, tiene ducha de agua caliente y servirá para dormir,” dije haciendo ademanes de resignación.

Ella abrió la puerta del copiloto para buscar la botella pero como ésta quedaba del lado del conductor en la guantera tuvo que ponerse básicamente on all fours. Ella ya sabía que yo la vería así que hasta arqueó la espalda y se tomó su tiempo. Yo por supuesto que la vi y me mordí el labio para no decir nada. Rápidamente volví a mirar hacia el frente, hacia el horizonte como haciéndome el tonto. La oí cerrar la puerta y al acercarse me preguntó en tono juguetón.

—“¿Viste algo que te gustara?”

—“No realmente, nada fuera de lo común o del día a día,” dije mientras una pequeña sonrisa se me escapaba. Hacía tiempo que ya ambos jugábamos ese juego.

Destapé la botella y le di un gran trago directo puesto que en ningún momento había empacado vasos. Se la ofrecí y ella también le dio un trago largo. Qué par de alcohólicos éramos. Comenzamos a hablar del día a día. De cómo estaban yendo nuestras vidas y qué había sucedido en ese tiempo que llevábamos sin hablar. Poniéndonos al corriente de todo. Así pasó alrededor de una hora y llevábamos la botella por la mitad. La charla se había vuelto horny—de alguna manera siempre sucedía—y si sumamos el alcohol, digamos que no se logra buena mezcla. O quizá sí. Who knows?

La vi acercarse a mí cada vez más mientras hablábamos hasta el punto que nuestros labios casi se rozaban y justo cuando parecía inevitable se alejó y le dio un trago a la botella. Yo ya sabía que iba hacerlo así que sólo reí y le dije “you’re such a tease”—a lo que ella rió—

—“Deberíamos ir yendo hasta el motel,” dije haciendo gesto de que era tarde ya.

—“¿Así? ¿Sin romanticismo? Ni siquiera una cena sino una bolsa de Doritos y vodka,” dijo fingiendo indignación.

—“Para dormir, idiota,” dije mientras abría la puerta del auto y me subía a él.

—“Ya lo sé. Sólo jugaba contigo,” dijo mientras mostraba cierto disgusto porque no le había seguido el juego.

—“Bueno, si cargas panties de encaje te invito una cena al llegar al destino,” dije jugando.

—“Y quiero que sea fancy,” respondió mientras se subía el vestido antes de subirse al auto y me mostraba aquellas panties de encaje negro.

—“Ahora da vueltita, gánatela,” la reté.

Ella procedió a dar la vuelta como dando saltitos. Logré ver aquel precioso trasero. And I’ll be honest with you. Nunca he sido de piel canela, prefiero la palidez pero ella tenía algo que no lo sé.

—“¿Contento?” Preguntó al terminar la vuelta.

—“As always, mon amour,” respondí mientras le sonreía y le guiñaba el ojo.

Eran aproximadamente unos 15 mins de camino hasta llegar al motel. Ella volvió a colocar sus piernas en mi regazo pero esta vez jugaba provocativamente tocando mi pecho con sus pies y haciendo un vaivén con ellos sobre mi entrepierna. Cada vez que la miraba furtivamente ella me veía directo a los ojos en tono desafiante. No había palabras, sólo sonaba música en el reproductor pero nos comunicábamos tan bien con el cuerpo que no era necesario hablar. Ella hizo un gesto con la cabeza a la par que dirigía su mirada hacia abajo y noté que se había subido el vestido dejándome ver aquellas preciosas panties de encaje negro nuevamente. Ella notó mi sorpresa y se mordió el labio de manera juguetona a la par que se le escapaba una sonrisa. Posé mi mano sobre su rodilla y comencé a subir lentamente por sus muslos tocando la parte interna de estos con tan solo la yema de mis dedos y justo antes de llegar al final me detuve y devolví la mano al volante mientras echaba una risa y meneaba la cabeza en tono de negación. A ella no le gustó lo que había hecho así que recogió las piernas y esta vez posó sus pies sobre el tablero del auto. Me dio otra mirada pero esta vez era bitchy como si hubiese descubierto alguna manera de lograr el efecto que andaba buscando en mí. Abrió sus piernas y con el vestido aún levantado comenzó a tocarse la cara interna de ambos muslos ella misma mientras se reclinaba más del asiento, sacaba el pecho y respiraba profundo y fuerte para captar mi atención. Cuando la miré se tocaba de manera erótica por encima de las panties con una de sus manos mientras con la otra se acariciaba los senos por encima del vestido. Todo esto mientras me veía directamente. Fueron un par de segundos viendo aquel espectáculo pero luego debí volver la mirada al camino. Ya de por sí estaba algo ebrio, dejar de mirar el camino era mala idea.

Ella tomó el gesto como que aún no llamaba mi atención así que ésta vez hizo a un lado sus panties y comenzó a acariciarse el clítoris mientras gemía fuerte y con la otra mano me tocaba por encima del pantalón. Ya a éste punto estaba totalmente loco por tener el mejor sexo de mi vida con ella. Pero en medio de la carretera y dentro de ese auto tan pequeño no iba a ser nada cómodo, por ello me limitaba a seguir conduciendo hasta el motel. Sus gemidos se metían dentro de mi piel, el aroma de ella mezclado con su dulce perfume me tenía embriagado y sentía como el hornyness se apropiaba cada vez más de mí. Ella recorría la silueta de mi pene ya erecto de manera lenta pero fuerte por encima del jean y gemía cada vez más rápido a la par que se masturbaba. Yo no pude aguantar y llevé mi mano directo hasta su coño y comencé a frotarla de arriba abajo, a aprisionar la base de su clítoris entre mis dedos y hacer círculos vigorosamente. Parecía que había dado justo en el punto porque comenzó a mecer sus caderas en un vaivén cada vez más rápido hasta que con la mano que tenía encima de mi entrepierna me apretó fuerte y dejó ir un gemido que esta vez fue ahogado y cerró sus piernas de manera brusca aprisionando mi mano en su coño mientras temblaba.

Cuando pudo recuperar el aliento me miró y pude notar pena en ella pero a la vez un gesto de complicidad. Yo le sonreí para hacerle saber que todo estaba bien. Ella quitó su mano de encima de mí rápidamente y se bajó el vestido con la misma rapidez.

—“¿Falta mucho para llegar al motel?” Preguntó en voz baja y con un tono tímido.

—“Ya llegamos,” respondí mientras cruzaba para entrar en el estacionamiento del lugar.

Metimos las provisiones en una bolsa y bajamos del auto. Pagamos la habitación de una noche en la recepción donde la recepcionista nos dio una llave que llevaba colgando un pequeño pedazo de cartón entre dos piezas de plástico. Al llegar a la puerta del mismo vi el número.

—“Es mi favorito. Qué curioso,” dije mientras abría la puerta.

—“¿Por qué ese número?” Me preguntó mientras veía el número 4 marcado en la puerta.

—“Porque desde muy pequeño ese número ha estado relacionado con muchas cosas que me gustan, parece un patrón planeado por alguna fuerza extraña. Por ello es mi favorito y mi número de la suerte. Además… ¿A quién no le gusta tener a su little girl on all fours?” respondí mientras reía.

—“Cierto…” Dijo ella en tono perspicaz.

Coloqué las cosas en la mesa donde se encontraba un viejo televisor grande. Era una habitación pequeña, efectivamente. Un sillón en una esquina con una lámpara a su lado. Una cama matrimonial con sábanas blancas, un espejo en una de las paredes. Típico roadside motel americano. Saqué el vodka de la bolsa para darle un trago y cuando volteo a preguntarle si quería me la consigo precisamente on all fours sobre la cama con su cabeza volteada hacia donde estaba yo parado como esperando a que la mirara. Le di un trago largo a la botella y no pude evitar llegar hasta donde se encontraba. Le subí el vestido con una de mis manos mientras que con la otra agarraba su cabello y tiraba de él. Comencé a darle nalgadas fuertes a las que ella reaccionaba arqueando más la espalda y dando quejidos de placer y dolor.

—“Quiero que las cuentes y si pierdes la cuenta debes comenzar de nuevo,” dije mientras le daba otra nalgada.

—“U-uno,” contó entre gemidos.

Realmente perdí la cuenta de cuantas fueron pero fueron las suficientes como para dejarle el trasero rojo y sensible.

—“Lo hiciste bien, little girl. Así me gusta, que seas una niña buena,” le dije mientras acariciaba su precioso trasero como parte del aftercare. De vez en cuando frotaba su coño por encima del encaje con mis dedos medio y anular.

—“Ahora recuéstate,” le ordené mientras aplicaba algo de fuerza sobre su nuca.

Ella se recostó boca abajo y mi siguiente movida fue comenzar a bajar el cierre del vestido a la par que iba besando lentamente su espalda desde su nuca hasta donde terminaba dicho cierre en su espalda baja. Halé de él de un solo tirón y la dejé solamente con las panties que tampoco duraron mucho puesto que también halé bruscamente de ellas para quitárselas. Por fin, luego de tanto tiempo pude tener frente a mí y sólo para mí a aquella belleza esbelta de piel canela y ojos penetrantes. Aquella belleza que muchas veces me había dejado sin aliento entre tantos de nuestros juegos de tira y afloja. Por esa noche y sólo por esa noche ella me pertenecía y no iba a dejar que se fuese sin hacerle cada cosa que había pasado por mi mente.

Le ordené que se volteara y la tomé del cabello para hacerla arrodillar frente a mí. Desabroché mi pantalón y bajé el cierre del mismo para luego bajar la parte delantera del bóxer dejando a la vista mi pene que salió de su prisión como en una especie de “pop” por lo erecto que se encontraba. Ella llevó una de sus manos hasta él pero al hacerlo le di una bofetada y “sin manos”—le ordené—a lo que ella puso ambas manos a sus espaldas y comenzó a lamerlo de arriba abajo usando su boca. Parecía dificultársele puesto que se le hacía algo incómodo pero yo disfrutaba de tenerla arrodillada frente a mí siguiendo mis órdenes.

—“Escúpelo y chúpalo, zorrita,” le ordené mientras tomaba el cabello que caía sobre su cara y lo apartaba para posteriormente halarlo y traerla más hacia mí. Ella lo escupió y comenzó a chupar la punta en un vaivén de su cabeza. Jugaba con su lengua dentro cosa que me pareció sorpresivamente placentera. It was hitting the right spot al punto que estaba a punto de tener un orgasmo pero no podía permitir que ella lograra hacerme venir tan rápido así que la agarré del cabello y comencé a follarle la boca cada vez más rápido. De esa manera evadía el jugueteo de su lengua sin perder el hornyness de la ocasión. “abre bien la boca, putita”—le dije mientras le follaba la boca intentando llegar hasta su garganta. Y Dios, qué delicioso tener a aquella belleza en una posición tan denigrantemente placentera.

La tiré sobre la cama y comencé a comerle aquel coño que se encontraba súper húmedo. Aparentemente yo no era el único que estaba disfrutando del roughness. Comencé a lamerla de arriba abajo dando pequeñas lamidas a su clítoris el cuál también succionaba de manera gentil de vez en cuando. Cuando la sentí agitarse la penetré con dos de mis dedos y comencé a realizar como una especie de gesto de llamado dentro de ella a la par que seguía dando lamidas, chupadas y pequeñas mordidas here and there hasta que no pudo más y haló de mi cabello. Un “Daddyy” se le escapó entre gemidos. Cuando terminó llevé mis dedos a su boca los cuáles chupó provocativamente mientras me veía a los ojos.

Me desvestí lo más rápido que pude mientras ella me veía y gemía en un tono inocentemente naughty “Hurry up, Daddy. I want you to fuck me now”.

—“Voltéate, little girl. Face down, ass up.” Le ordené, cosa que hizo de inmediato.
Al tenerla de esa manera le di otra nalgada y no pude evitar dar otro par de lamidas a su delicioso y dulce coño. Comencé a penetrarla mientras tiraba de su cabello y le gemía en el oído lo zorrita que era, como lo tease que era me había llevado a follarla de tal manera, que las putitas como ella lo único que merecen es que se las follen justo como yo me encontraba haciéndolo con ella en ese momento y que de ahora en adelante sería mi fuckdoll. Con cada palabra parecía que ella se prendía cada vez más así que la tomé del cuello, apreté de este con mis dedos mientras la penetraba cada vez más fuerte y rápido, y mordí su hombro. Tuvo el orgasmo más fuerte de la noche justo en ese momento y qué delicioso se sintió estar dentro de ella mientras se venía. Casi logra que me viniese también en ese momento pero no quería que mi diversión acabase allí así que me contuve lo más que pude.

—“I want to ride you, Daddy,” le oí decir.

—“I want to be the best girl and the baddest bitch that has ride you to this day,” dijo en tono desafiante.

Así que me recosté sobre la cama y ella se subió encima de mí. Primero comenzó a frotar mi pene con su coño en un vaivén lento mientras rasguñaba mi pecho y me veía directo a los ojos. No puedo explicar lo rico que se sintió aquello, ella de verdad sabía cómo hacer las cosas para tenerme adicto. Y cuando menos lo esperé tomó mi pene con una de sus manos y lo introdujo dentro de ella. Dio un gemido medio ahogado y comenzó a cabalgarme vigorosamente mientras gemía.

—“Eso es, putita. Gime lo más duro que puedas. Que los vecinos se enteren de que eres una completa zorra, que te encanta como Daddy te folla.” Le dije mientras la tomaba del cuello con una de mis manos y con la otra agarraba fuerte de sus senos.

—“Mírame a los ojos,” le ordené mientras yo también hacía un vaivén con mis caderas en sentido contrario al de ella.

Hubo un momento donde en un movimiento de caderas la volteé para que quedara ella recostada de la cama y yo follándola ahora. Seguía tomándola del cuello mientras la penetraba cada vez más fuerte y rápido. Mi respiración se agitaba. Ella me aprisionaba con sus piernas rodeándome con ellas y presionando como queriendo que llegase hasta lo más profundo—God, como amo que hagan eso—, ella tuvo otro orgasmo grande mientras yo seguía penetrándola como si no hubiese mañana hasta que no pude más y exploté de placer en una serie de gemidos intensos. Me había venido dentro de ella y Dios, qué delicioso fue. Además qué morbo más grande me producía aquel hecho. Caí sobre ella y le di un beso apasionado para acto seguido caer rendido en un sueño profundo.

Cuando desperté la mañana siguiente lo primero que hice instintivamente fue mirar el reloj y ya eran pasadas las 10:00 am. Ya no llegaría a mi destino en tiempo decente. Así que rápidamente decidí descartarlo. Ella no se encontraba en la cama así que rápidamente la busqué con una mirada por el cuarto y la encontré posando frente al espejo tomándose fotos con su celular.



—“Espero que tengas dinero para comprarme ropa nueva porque anoche dejaste mis panties deshechas.” Me dijo en tono entre juguetón y de reproche.

And the dress… “She’ll never cover up what we did with the dress.”

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