Octubre... Ya habían pasado casi 3 meses de aquel incidente pero desconocía por qué aún no podía sacármelo de la cabeza. Ya no era tan intenso as before pero indudablemente aún se colaba entre mis pensamientos llenándome de preguntas sin respuestas. Una parte de mí quería volver a Tokyo a buscarle para pedirle explicaciones, y aunque me cueste admitirlo... Para verla nuevamente. Me encontraba en Los Angeles para una presentación de mi grupo favorito de Synthwave en un pequeño bar. Estaba ambientado con muchas luces de neón, adoro la estética que dan dichas luces por alguna razón.
Pedí un martini en la barra y me recosté sobre esta con la vista hacia el escenario, dejándome envolver por aquel ritmo tan suave y aquellas letras tan familiares que siempre me encantó cantar. Meneaba mi cabeza al ritmo de "WeMoveForward" con los ojos cerrados pero cuando decidí abrirlos me encontré a aquella belleza pálida, ojos verdes, vestido azul, cabello cobrizo, labios carnosos y tintados de un rojo penetrante. Me veía fijamente desde el otro extremo de la barra pero cuando notó mi mirada solo me dedicó una sonrisa y fijó la suya en otra parte. Cautivó mi atención de una manera que no había sentido alguna vez. Mi corazón estaba acelerado, se veía distinta pero indudablemente era ella. Una vez más me había encontrado. No quise darle mucha importancia a los pensamientos y solo me dediqué a disfrutar del show mientras jugueteba con ella entre miradas y sonrisas. No hay manera para definir cuanto me apasionaba el verla morderse los labios tan pronto yo posaba mi mirada sobre ella de manera lenta y suave.
El show terminó a mitad de madrugada, ya todos se disponían a abandonar el lugar pero yo en lugar de ello pedí una caja de Nat Shermans en la barra y me dispuse a subir a la azotea. Hay algo sobre esos lugares que me inspira comodidad y si me acompaña una cajetilla de cigarrillos entonces aún mejor. Mientras encendía uno de los cigarrillos y le daba la primera calada me atravesó aquella ráfaga de viento fría, tanto que me erizó los vellos pero la disfruté. Pasaron un par de minutos mientras fumaba y veía aquel cielo tratando de distinguir alguna estrella lo cuál era complicado dada la contaminación lumínica de tal ciudad. De pronto se escuchó el ruido de aquella vieja puerta de servicio que da hacia la azotea abrirse y una fragancia dulce y cálida llenó el ambiente. No necesitaba voltear a mirar para saber de quién se trataba. Sonreí para mis adentros, sabía que me encontraría. Después de todo me conocía hasta mejor que yo mismo.
Mientras se acercaba solo oía sus pasos, me preguntaba cómo hacía para caminar tan gracilmente y de manera tan provocativa con aquellos tacones. Parecía un arte. La sentí abrazarme desde atrás rodeando mi torso con sus brazos y posando sus manos sobre mi pecho a la par que descanzaba su barbilla en mi hombro izquierdo. Yo cerré los ojos y le di una calada profunda a mi cigarrillo.
-"Te he extrañado tanto". Le oí decir.
Exhalé el humo lentamente dejando que hiciera formas abstractas en el aire.
-"No creí que iba a decir esto pero también te he echado de menos". Respondí.
-"Siento lo de la vez pasada. No debí haber actuado de esa manera pero era la única manera que tenía de obtener tu atención de forma segura". Dijo mientras con sus manos apretaba la tela de mi franela. Realmente lo sentía, podía intuírlo.
-"Hay millones de maneras de captar mi atención". Le espeté mientras con una de mis manos rodeaba la suya y la apretaba.
-"Estás frío". Respondió al sentir el tacto de mi mano con su piel.
-"Y sí, hay muchas maneras de captar tu atención pero sabes tan bien cómo yo que solo hay un par de ellas para enamorarte o por lo menos obsesionarte con alguien". Continuó.
Otra ráfaga de viento pasó y nos envolvió a ambos, la sentí a pesar de estar abrigado pero ella en su vestido llevaba sus hombros y brazos descubiertos. Me soltó para frotar sus manos en sus brazos cómo luchando para tratar de mantener el calor coporal. Procedí a quitarme la chaqueta y ponersela a ella. Luego la abracé desde atrás rodeando su torso y brazos con los míos y sosteniendo sus manos entre las mías para tratar de darle el mayor calor posible. Me sentí en el cielo al poder disfrutar del aroma de su perfume desde tan cerca. Pude notar que su cabello después de todo era de ese color. Esa era su naturaleza, un cobrizo precioso que le daba el aspecto de una sirena preciosa. -¿Por qué siempre se me ocurren comparaciones tan absurdas y fantásticas?-
-"Ciertamente tienes razón". Le respondí luego de estar un rato en silencio simplemente disfrutando de ella, de su presencia, de su calor, de su aroma, de su cuerpo. -"Ahora necesito que seas honesta conmigo y contigo misma y me respondas de una vez por todas quién eres, cuál es tu nombre real, cómo me encontraste y principalmente... Cómo conoces cosas de mí tan íntimas".
-"Verás, mi nombre es Alessandra. Puedes llamarme Alessa. Soy de ascendencia Italiana pero con algunos rasgos Austriacos por parte de mi padre. Te encontré hace varios años en un viaje que hiciste a Viena, desde que te conocí me quedé tan apegada a ti que jamás pude olvidarte y tomé la decisión de investigarte a fondo para poder enamorarte. Ahora que lo digo suena algo obsesivo". Rió mientras decía ésto último.
-"Alessandra. Muy lindo nombre y el diminutivo me encanta, es de mis favoritos. Sé que eso no fue planeado pero es una preciosa coincidencia". Le respondí suavemente a la par que le daba un beso en la mejilla. -"Puedes continuar con tu historia, ma petite". Agregué.
-"Verás, Jazz. Tu viaje a Viena fue hace más o menos 4 años. Desde ese entonces me informé desde internet y te stalkeé hasta el cansancio para saber tus gustos. De allí aprendí tu manera de hacer el Russian Caramel y muchísimas cosas incluido el sexo". Hizo una pausa, luego dio un largo suspiro y sentí su corazón comenzar a palpitar de manera más lenta.
-"También sé la razón por la que te asustaste aquella noche en Tokyo. Fue ese 'lunar'. Realmente era un lunar hecho con algo de maquillaje. En cuanto a mis movimientos y respuestas esa noche, vienen de un par de consejos que me dio un viejo amor tuyo de cuando eras muy joven. Me encontré con ella en Alemania hace algunos meses. Ella también me instruyó y me dejó un conocimiento sobre ti que dudaba albergabas". Sus ojos comenzaron a inundarse de lágrimas a la par que le brotaban algunas de estas y bajaban tiernamente por su mejilla.
-"Pero aquí estoy, Jazz. Esta soy yo realmente. No hay caretas, no hay mentiras, no hay nada más. Sólo yo". Dijo mientras rompía en llanto. Escucharla ser tan vulnerable, escucharla abrirse para mí de aquella manera tan íntima, escucharla hablar desde su propia alma tocó en mí viejos lugares y renovó viejas conexiones que hacía bastante tiempo se encontraban en reposo.
-"Oh, ma chérie. ¿Quieres que te diga un secreto? Esta noche, aquí, en la ciudad de ángeles, ya me tienes. Me tienes tú, Alessandra. La belleza pálida, ojos verdes, sonrisa dulce, y cabello cobrizo. La chica más fuerte del mundo porque bien pudiste irte corriendo luego de aquella noche en Tokyo pero no lo hiciste. Me seguiste hasta aquí para mostrarme tu verdadera forma y esa es una de las cosas más preciosas que alguien ha hecho por mí alguna vez". Le dije mientras intentaba secarle las lágrimas con mis dedos y acariciaba sus pálidas mejillas. La vi esbozar una pequeña y tímida sonrisa.
-"Mientes". Me dijo. -"Ni siquiera te gustan las redheads".
-"Quizá nunca me haya sentido atraído por redheads, tienes razón. Pero me siento atraído por ti y eso lo hace distinto".
Terminé nuestro pequeño abrazo para caminar y posarme frente a ella, para mirarla a los ojos y perderme en cada pequeño rincón que habitara su alma. Allí deseaba habitar yo ahora.
Posé mi mano derecha sobre su mejilla, dando pequeñas caricias con mi pulgar mientras le sonreía y le mostraba que realmente no tenía nada por qué temer. Ya me tenía, ya desde ese momento y solo desde ese momento ya no había vuelta atrás. Ya mi alma y mi ser le pertenecían. Le había dado acceso a lugares de mí que serían motivo de mi propia destrucción si ella decidiese dañarme pero no me importó en lo absoluto. Lo hice una vez, lo haría muchas más.
Su mano temerosa se posó sobre la mía y cerró los ojos. Yo aproveché para acercarme a su boca y poder besarla. Moría por hacerlo desde el momento en que la vi en el bar. Moría por saborear aquellos labios tintados de rojo intenso, moría por embriagarme con ellos, moría por sentir su piel quemar la mía y sentir mi corazón estallar de gozo al saber que por fin había encontrado a esa otra alma que tanto anhelé. Y nuevamente de una manera graciosa y digna de contarsela a mis nietos si llegase a tener unos.
No habían más palabras para intercambiar. Ya todo estaba dicho, ya todo estaba entendido. Éramos ella y yo hasta el fin de los tiempos o por lo menos hasta el fin de nuestros corazones. La abracé fuerte y sonreí porque por fin había encontrado a ese alguien dispuesto a correr por mí, a buscarme hasta el fin de los mundos y a amarme cómo si el mañana no existiese. Y para mí, ese sólo hecho ya era el más importante.
Pedí un martini en la barra y me recosté sobre esta con la vista hacia el escenario, dejándome envolver por aquel ritmo tan suave y aquellas letras tan familiares que siempre me encantó cantar. Meneaba mi cabeza al ritmo de "WeMoveForward" con los ojos cerrados pero cuando decidí abrirlos me encontré a aquella belleza pálida, ojos verdes, vestido azul, cabello cobrizo, labios carnosos y tintados de un rojo penetrante. Me veía fijamente desde el otro extremo de la barra pero cuando notó mi mirada solo me dedicó una sonrisa y fijó la suya en otra parte. Cautivó mi atención de una manera que no había sentido alguna vez. Mi corazón estaba acelerado, se veía distinta pero indudablemente era ella. Una vez más me había encontrado. No quise darle mucha importancia a los pensamientos y solo me dediqué a disfrutar del show mientras jugueteba con ella entre miradas y sonrisas. No hay manera para definir cuanto me apasionaba el verla morderse los labios tan pronto yo posaba mi mirada sobre ella de manera lenta y suave.
El show terminó a mitad de madrugada, ya todos se disponían a abandonar el lugar pero yo en lugar de ello pedí una caja de Nat Shermans en la barra y me dispuse a subir a la azotea. Hay algo sobre esos lugares que me inspira comodidad y si me acompaña una cajetilla de cigarrillos entonces aún mejor. Mientras encendía uno de los cigarrillos y le daba la primera calada me atravesó aquella ráfaga de viento fría, tanto que me erizó los vellos pero la disfruté. Pasaron un par de minutos mientras fumaba y veía aquel cielo tratando de distinguir alguna estrella lo cuál era complicado dada la contaminación lumínica de tal ciudad. De pronto se escuchó el ruido de aquella vieja puerta de servicio que da hacia la azotea abrirse y una fragancia dulce y cálida llenó el ambiente. No necesitaba voltear a mirar para saber de quién se trataba. Sonreí para mis adentros, sabía que me encontraría. Después de todo me conocía hasta mejor que yo mismo.
Mientras se acercaba solo oía sus pasos, me preguntaba cómo hacía para caminar tan gracilmente y de manera tan provocativa con aquellos tacones. Parecía un arte. La sentí abrazarme desde atrás rodeando mi torso con sus brazos y posando sus manos sobre mi pecho a la par que descanzaba su barbilla en mi hombro izquierdo. Yo cerré los ojos y le di una calada profunda a mi cigarrillo.
-"Te he extrañado tanto". Le oí decir.
Exhalé el humo lentamente dejando que hiciera formas abstractas en el aire.
-"No creí que iba a decir esto pero también te he echado de menos". Respondí.
-"Siento lo de la vez pasada. No debí haber actuado de esa manera pero era la única manera que tenía de obtener tu atención de forma segura". Dijo mientras con sus manos apretaba la tela de mi franela. Realmente lo sentía, podía intuírlo.
-"Hay millones de maneras de captar mi atención". Le espeté mientras con una de mis manos rodeaba la suya y la apretaba.
-"Estás frío". Respondió al sentir el tacto de mi mano con su piel.
-"Y sí, hay muchas maneras de captar tu atención pero sabes tan bien cómo yo que solo hay un par de ellas para enamorarte o por lo menos obsesionarte con alguien". Continuó.
Otra ráfaga de viento pasó y nos envolvió a ambos, la sentí a pesar de estar abrigado pero ella en su vestido llevaba sus hombros y brazos descubiertos. Me soltó para frotar sus manos en sus brazos cómo luchando para tratar de mantener el calor coporal. Procedí a quitarme la chaqueta y ponersela a ella. Luego la abracé desde atrás rodeando su torso y brazos con los míos y sosteniendo sus manos entre las mías para tratar de darle el mayor calor posible. Me sentí en el cielo al poder disfrutar del aroma de su perfume desde tan cerca. Pude notar que su cabello después de todo era de ese color. Esa era su naturaleza, un cobrizo precioso que le daba el aspecto de una sirena preciosa. -¿Por qué siempre se me ocurren comparaciones tan absurdas y fantásticas?-
-"Ciertamente tienes razón". Le respondí luego de estar un rato en silencio simplemente disfrutando de ella, de su presencia, de su calor, de su aroma, de su cuerpo. -"Ahora necesito que seas honesta conmigo y contigo misma y me respondas de una vez por todas quién eres, cuál es tu nombre real, cómo me encontraste y principalmente... Cómo conoces cosas de mí tan íntimas".
-"Verás, mi nombre es Alessandra. Puedes llamarme Alessa. Soy de ascendencia Italiana pero con algunos rasgos Austriacos por parte de mi padre. Te encontré hace varios años en un viaje que hiciste a Viena, desde que te conocí me quedé tan apegada a ti que jamás pude olvidarte y tomé la decisión de investigarte a fondo para poder enamorarte. Ahora que lo digo suena algo obsesivo". Rió mientras decía ésto último.
-"Alessandra. Muy lindo nombre y el diminutivo me encanta, es de mis favoritos. Sé que eso no fue planeado pero es una preciosa coincidencia". Le respondí suavemente a la par que le daba un beso en la mejilla. -"Puedes continuar con tu historia, ma petite". Agregué.
-"Verás, Jazz. Tu viaje a Viena fue hace más o menos 4 años. Desde ese entonces me informé desde internet y te stalkeé hasta el cansancio para saber tus gustos. De allí aprendí tu manera de hacer el Russian Caramel y muchísimas cosas incluido el sexo". Hizo una pausa, luego dio un largo suspiro y sentí su corazón comenzar a palpitar de manera más lenta.
-"También sé la razón por la que te asustaste aquella noche en Tokyo. Fue ese 'lunar'. Realmente era un lunar hecho con algo de maquillaje. En cuanto a mis movimientos y respuestas esa noche, vienen de un par de consejos que me dio un viejo amor tuyo de cuando eras muy joven. Me encontré con ella en Alemania hace algunos meses. Ella también me instruyó y me dejó un conocimiento sobre ti que dudaba albergabas". Sus ojos comenzaron a inundarse de lágrimas a la par que le brotaban algunas de estas y bajaban tiernamente por su mejilla.
-"Pero aquí estoy, Jazz. Esta soy yo realmente. No hay caretas, no hay mentiras, no hay nada más. Sólo yo". Dijo mientras rompía en llanto. Escucharla ser tan vulnerable, escucharla abrirse para mí de aquella manera tan íntima, escucharla hablar desde su propia alma tocó en mí viejos lugares y renovó viejas conexiones que hacía bastante tiempo se encontraban en reposo.
-"Oh, ma chérie. ¿Quieres que te diga un secreto? Esta noche, aquí, en la ciudad de ángeles, ya me tienes. Me tienes tú, Alessandra. La belleza pálida, ojos verdes, sonrisa dulce, y cabello cobrizo. La chica más fuerte del mundo porque bien pudiste irte corriendo luego de aquella noche en Tokyo pero no lo hiciste. Me seguiste hasta aquí para mostrarme tu verdadera forma y esa es una de las cosas más preciosas que alguien ha hecho por mí alguna vez". Le dije mientras intentaba secarle las lágrimas con mis dedos y acariciaba sus pálidas mejillas. La vi esbozar una pequeña y tímida sonrisa.
-"Mientes". Me dijo. -"Ni siquiera te gustan las redheads".
-"Quizá nunca me haya sentido atraído por redheads, tienes razón. Pero me siento atraído por ti y eso lo hace distinto".
Terminé nuestro pequeño abrazo para caminar y posarme frente a ella, para mirarla a los ojos y perderme en cada pequeño rincón que habitara su alma. Allí deseaba habitar yo ahora.
Posé mi mano derecha sobre su mejilla, dando pequeñas caricias con mi pulgar mientras le sonreía y le mostraba que realmente no tenía nada por qué temer. Ya me tenía, ya desde ese momento y solo desde ese momento ya no había vuelta atrás. Ya mi alma y mi ser le pertenecían. Le había dado acceso a lugares de mí que serían motivo de mi propia destrucción si ella decidiese dañarme pero no me importó en lo absoluto. Lo hice una vez, lo haría muchas más.
Su mano temerosa se posó sobre la mía y cerró los ojos. Yo aproveché para acercarme a su boca y poder besarla. Moría por hacerlo desde el momento en que la vi en el bar. Moría por saborear aquellos labios tintados de rojo intenso, moría por embriagarme con ellos, moría por sentir su piel quemar la mía y sentir mi corazón estallar de gozo al saber que por fin había encontrado a esa otra alma que tanto anhelé. Y nuevamente de una manera graciosa y digna de contarsela a mis nietos si llegase a tener unos.
No habían más palabras para intercambiar. Ya todo estaba dicho, ya todo estaba entendido. Éramos ella y yo hasta el fin de los tiempos o por lo menos hasta el fin de nuestros corazones. La abracé fuerte y sonreí porque por fin había encontrado a ese alguien dispuesto a correr por mí, a buscarme hasta el fin de los mundos y a amarme cómo si el mañana no existiese. Y para mí, ese sólo hecho ya era el más importante.
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