Ya eran las 7:20 pm cuando salí de la ducha. Se siente tan bien por fin estar en mi "frontera", en mi "México" pensé para mis adentros -excelente referencia-. Un pequeño apartamento en Shinjuku, no era la gran cosa pero tenía sus lujos. Aunque nada ostentoso. Acorde exactamente a mi gusto. Con ventanales por los que al final del día las luces de neón de los letreros se colaban dejando un ambiente perfecto. No era lo que solía pensar en alcanzar hace unos 8 años más o menos cuando me interesaba algo más tranquilo cómo la prefectura de Gunma. Pero las cosas cambian con el paso del tiempo.
Estuve en toalla y frente al espejo del baño por un buen tiempo, mirando mi reflejo pero perdido en mis pensamientos. Muchos salieron a pasearse por mi mente y recordarme sonrisas, recordarme amores, recordarme infiernos emocionales, amigos, lugares. Todos guardados con cariño en el lugar más seguro del mundo. Aún tengo contacto con algunos de ellos pero me pregunto... ¿Qué habrá sido de los demás? Todos regados por el mundo, viviendo nuevas experiencias. ¿Alguna vez alguno creyó que terminaríamos en donde nos encontrábamos? La manera en que trabaja el Universo sigue siendo un misterio para mí, incluso hoy en día. Cuando reaccioné para terminar de asearme ya habían pasado más de 20 minutos. El tiempo vuela.
Decidí vestir una de mis camisas favoritas, color azul claro en par con uno de mis jeans oscuros para dar algo de formalidad al atuendo pero que siga siendo casual. Unas botas de vestir negras, mangas arremangadas hasta un poco más abajo del codo, un reloj classy en mi muñeca derecha y mi perfume favorito. Me miré una última vez en el espejo completo que se encontraba en la sala para comprobar que todo estuviese en orden, lo estaba. Cogí las llaves de la mesa y me dirigí a la puerta. Mientras bajaba el ascensor le di un último retoque a mi cabello hasta que sus puertas se abrieron y me dirigí hacia mi auto. ¿Quién lo diría? Por fin pude tener mi propio Evo X. Una vez dentro de éste simplemente giré la llave para encenderlo y le di una última mirada a la hora en el celular. Ya el reloj marcaba las 9:00 pm. Me dispuse a conducir hasta el distrito de Ginza donde un amigo tenía un pequeño bar que me encantaba frecuentar. Mientras iba de camino me perdí admirando las luces y lo hermosa que es Tokyo por las noches. Ciudad estresante pero tiene su belleza dentro de aquello. Una vez en el lugar llamé a mi amigo para que me dejara pasar, se encontraba recién abriendo el lugar así que no hubo problema. Siempre amé el ambiente de ese bar. Barra de madera, luces ténues, música lounge, el aire acondicionado estaba en la temperatura correcta y siempre tenía mis bebidas favoritas. ¿Qué más podía pedir?
Aún no llegaba el personal así que me dispuse a servirme un trago. Para empezar la noche me serví un pequeño vaso lleno hasta la mitad de Royal Salute y procedí a sentarme nuevamente en la barra cuando de reojo me di cuenta que alguien se había parado justo a mi lado. Su aroma me llegó cómo un rush de adrenalina, era familiar. Una fragancia dulce, embriagadora, que te hacía sentirte cómo en casa. Volteé para detallarla mejor y me impactó aquella figura esbelta, vestida con un coat gris que escondía un vestido vinotinto que le llegaba hasta la mitad de los muslos, piel pálida con un aspecto suave, cómo de porcelana, cabello rubio platinado casi grisáceo aunque sus raíces comenzaban a mostrarse dando paso a un color castaño claro. Antes de tomar asiento me miró y me sonrió, inmediatamente mi instinto fue levantarme y presentarme.
-"Buenas noches, señorita. Puede llamarme Jasper". Dije, mientras cogía su mano y la besaba haciendo una reverencia.
-"Pero qué polite. Puedes decirme Lizzie". Respondió ella con aquella voz que me sonó tan familiar pero no lograba ubicarla.
-"Lizzie... Elizabeth ¿huh?" Pregunté en tono curioso.
-"En efecto. Pero prefiero más Lizzie que Elizabeth. Espero entiendas mis razones".
-"No te preocupes, lo entiendo perfectamente. ¿Y que te trae por acá ésta noche, Lizzie? Frecuento mucho éste bar pero es primera vez que te veo". Quería ver qué información podía obtener de sus respuestas puesto que se me hacía muy familiar pero no la ubicaba. Tenía cierto acento... ¿Alemán tal vez?
-"Eres muy observador. Acabo de llegar a la ciudad y Haku es un gran amigo. Me permitirá quedarme en el apartamento que queda en el tope del edificio". Dijo con un tono simpático.
-Haku... Un Japonés con dinero, dueño del bar y de un penthouse que quedaba en el último piso. Desde el podías admirar todo Tokio. Aunque misteriosamente nunca vi a Haku vivir en ese lugar. Vivía en un pequeño apartamento en Shibuya. Fue de las primeras personas que conocí al llegar a Tokyo, gran corazón-
-"Ese pequeño asiático, siempre ayudando a quién puede. Es su naturaleza. Ahora tengo una duda... Tu acento...".
-"Alemán. De Austria". Respondió antes de yo terminar, era hábil. Ella sabía que me recordaba a alguien y jugaba con eso al darme las respuestas a mis preguntas.
-"¿Quieres un trago?" Le pregunté mientras me dirigía hasta detrás de la barra.
-"Por supuesto. Y antes de que me preguntes de qué. Te diré que quiero te diviertas y me sorprendas pero la condición es que la base sea vodka". Ella sabía de mis habilidades sirviendo tragos... Debía saberlo porque no había manera de que fuera intuición.
Quedé impactado por un par de segundos tratando de asimilar lo sucedido. Una vez recobré la consciencia la noté viéndome fijamente recostaba sobre la barra con una sonrisa juguetona.
-"¿Qué le puedo servir?" Pensé y se me vino a la cabeza hacerle un Russian Caramel. Ese trago era infalible. Vodka caramelo, licor de chocolate, crema de whisky, leche evaporada y almendras. Era mi manera de servirlo.
-"Usa una cereza de decoración en lugar de las almendras". Dijo mientras yo servía la leche evaporada cómo capa final. Quedé helado. La cereza era la decoración tradicional pero yo siempre preferí las almendras y ella lo sabía, no era mi imaginación.
-"Me gusta clásico a pesar de que el de tu estilo es delicioso". Añadió guiñándome el ojo derecho.
Ya no había duda alguna, ella era alguien de mi pasado. Su perfume, las cosas que sabía, su aspecto familiar. Pero aún no lograba ubicarla. Los empleados del bar comenzaron a llegar para realizar la limpieza previa a la apertura del bar al público, ya era hora de irme.
-"Don't worry, silly. La noche aún es larga y te aseguro que me recordarás en un punto". Dijo mientras jugueteaba con la cereza entre sus dedos y finalmente se la llevó a la boca con un gesto seductor.
Aquellos labios rojos tan carnosos que invitaban a pensar en cosas tan carnales... Pero no era momento, debía recordar quién era.
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