sábado, 29 de noviembre de 2014

Confusión

De la nada me levanté, "es otra de esas noches" pensé; al tiempo en que buscaba mi celular para verificar la hora. Eran exactamente las 4:18 am -una de mis horas favoritas-, me levanto de la cama y me siento a la orilla de ésta y trato de aliviar el cansancio estrujándome la cara con mis manos y me quedo un tiempo mirando fijamente al suelo; la luz de la luna brillaba de un hermoso azulllenando  toda la habitación gracias a la ventana abierta que quedaba justo frente a mi. Volteé un momento para cersiorarme de que ella seguía allí, durmiendo tranquilamente en lo que  escucho el suspiro de alguien, lo cuál me hace voltear inmediatamente y lo veo allí parado frente a la ventana disfrutando del aquella bella noche a la par que se fumaba un cigarrillo.

-Eres tú- murmuré.
-Esperaba una mejor bienvenida dado que me llamaste con urgencia y no nos hemos visto en un tiempo- respondió.
-Ya que estás aquí sólo tengo una pregunta muy importante para ti. ¿Te queda algún cigarrillo?- le dije a la vez que me traqueaba los huesos de los dedos de la mano.
Él hizo un gesto con la mano señalando la encimera y me dijo que tomara uno de la caja que se encontraba allí y procedió a lanzarme el encendedor que coloqué encima de la cajetilla una vez encendí el cigarrillo.

-Estoy completamente seguro de que no me llamaste sólo para pedirme un cigarrillo- inquirió.
-Tienes razón, no lo hice por eso. Es algo que necesitaba conversar contigo, me agradaría escuchar tus respuestas-
-Siéntete libre de preguntar lo que desees- dijo a la vez que le daba una profunda calada al cigarrillo y expulsaba el humo en un gran suspiro.
-¿Por qué soy un bastardo infeliz?- pregunté mientras veía cómo la llama se iba consumiendo el cigarrillo que sostenía en mis manos.
-No eres infeliz, eres un imbécil. Nada más que eso, es simple- me respondió.
-Aún no lo sé... No entiendo por qué siento que las personas que aprecio me dejan atrás cuando a veces soy yo mismo quién decide detener el paso y quedarse rezagado. No entiendo por qué siempre intento desaparecer cuando sucede algo, las heridas causadas por mi silencio son peores que cualquier otra, diría que el silencio es mi arma más mortal; quizá tenga algo que ver con el suceso de mi padre y las consecuencias psicológicas de su acto.-
-Probablemente tenga que ver con aquello pero eso no quita que seas un bastardo desgraciado que se nutre con el sufrimiento de los demás-
-Tienes razón en todo lo que dices... El punto es que a veces no me entiendo porque desaparezco por mi dolor egoista que no me permite compartirlo con nadie más pero también lo hago por ver sufrir a la gente y honestamente no sé cuál es más creíble.-
-¿Te estás escuchando?- preguntó en un tono de reproche.
Bajé la cabeza en un gesto de decepción conmigo mismo y le di una calada al cigarrillo, retuve el humo unos 15 segundos y luego lo expulsé.
-Mira, estás dándole demasiadas vueltas a las cosas.- dijo.
-Hace falta música de fondo para esta novela trágica no crees?- preguntó.
-¿Te burlas de mi?- le reproché.
-Para nada, mi querido y viejo amigo- respodió. Chasqueó sus dedos e inmediatamente la cajita musical de la peinadora se abrió dejándo ver a la bailarina de cristal dando vueltas mientras se reproducía la melodía de Berceuse.
-Escúchame atentamente- dijo.
-Ya has visitado a varios de nosotros, incluso te atreviste a visitar al enfermo de Faustus cosa que admiro porque vamos, ni siquiera yo haría esa locura. Es mejor dejarlo que se divierta con sus juguetes él solo.-
-Aún sigo sin encontrar respuestas a ciertas preguntas-
-Entonces pregunta otra cosa. Estás haciendo las preguntas equivocadas, amigo mío. He allí tu problema.-
-Me temo que me es imposible hacerlo- inquirí.
-Las respuestas que buscas ya las tienes, es cuestión de que hagas las preguntas correctas para que te deslumbres con la verdad.-
-¿Estás seguro de eso?- pregunté un poco confundido.
-Para nada.-
-Esperaba que me dijeras más.- le respondí.
-Yo esperaba que supieras lo que querías. Será en otra ocación donde podamos conversar.- dijo a la par que le daba una última calada al cigarrillo y mientras expulsaba el humo se convertía precisamente en éste hasta desvanecerse por completo.
-Vaya manera de despedirse- me dije.

Tomé un poco del agua que había en el vaso que siempre colocaba en la encimera antes de dormir y me recosté nuevamente. Me acomodé en posición fetal con mi vista hacia la ventana y cuando ya iba a cerrar mis ojos me dije a mi mismo que ya debía comenzar a madurar y dejar de parecer un niño malcriado, que era hora de avanzar y olvidar absolutamente todo lo que sabía de mi; incluso hasta a cada uno de ellos. Me di la vuelta y allí estaba ella durmiendo tranquilamente sin siquiera notar la batalla contra sí mismo que luchaba el monstruo que dormía justo a su lado... Yo. La abracé fuerte y me acurruqué junto a ella esperando que fuera lo suficientemente necia y fuerte cómo para soportar la vida junto a mi, cerré los ojos y nuevamente caí en un sueño profundo de donde esperaba encontrar alguna señal o respuesta que me ayudara a seguir aunque nunca confié demasiado en mi subconsciente onírico.

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