Tomó las llaves de la mesa, un poco de dinero y un paquete de cigarrillos apresuradamente, ansiando el encuentro. Mientras bajaba por el ascensor aprovechó para arreglarse un poco el cabello desordenado y frotarse un poco los ojos para evitar parecer muy adormitada; caminó a pasos rápidos por la estancia del edificio, saludó a un par de sus vecinos que se encontraban charlando y salió a la calle. Caminaba por aquellas calles Parisinas sin pensar en otra cosa más que en abrazarle, no se tomaba ni un sólo minuto para disfrutar del clima o de la preciosa arquitectura típica del país; ya casi llegaba al café y lo pudo ver sentado en una de las mesas de afuera del café, pudo oler aquel dulce aroma a pan recién horneado conforme se acercaba y faltando sólo un par de metros corrió a abrazarlo fuerte, a él le tomó por sorpresa verla levantada a esa hora de la mañana pues acostumbraba a llevarle el desayuno a la cama a media mañana, el desayuno que compraba en aquel café donde se conocieron. A la par que ella le abrazaba -cómo si se estuviera aferrando a la última pieza para completar su alma-, él sonreía y se preguntaba qué había hecho para merecerla. Ella se sentó en la silla que daba justo frente a él y lo único que hacía era admirarlo mientras él encendía uno de sus cigarrillos y le daba una profunda calada; en eso llegó la camarera con el café que él había pedido, él le dio las gracias y esta le sonrió de manera coqueta, él no hizo más que voltear de inmediato a ver la reaccion de su amada que cómo era de esperarse se encontraba celosa.
Le divertía un poco verla así de celosa y molesta; así que dio una pequeña risa apagada mientras le admiraba... Justo en ese momento ella articuló -¿Y ella qué?, ¿te trae el café todas las mañanas?, ¿te la estás tirando?-
-No te preocupes por ella, es nueva y además dudo que alguna vez vaya a superar tu hermosa belleza- respondió mientras se entretenía disfrutando del brillo de sus hermosos cabellos dorados cuando les daban los rayos de sol.
-Me encantaría sumergir su cara en ácido- dijo ella, se le notaban los celos a leguas.
-Me encanta cuando suenas de esa manera.- le respondió con todo el cariño del mundo que corría por sus venas justo en ese momento. -¿Quieres algo?- le preguntó.
-Si lo trae ella no- dijo algo enfadada.
Él inmediatamente llamó nuevamente a la camarera sonriendo y le pidió un café para ella.
-Te odio- articuló ella.
Él le hizo un gesto de que moviera la silla justo a su lado y le dijo: -Sólo espera...-.
Ella movió la silla para estar al lado de su amado a lo que él inmediatamente pasó un brazo por su hombro para acercarla más y justo en ese momento regresaba la camarera con el pedido. Él inmediatamente besó apasionadamente a su hermosa de cabellos dorados cómo el oro mientras la camarera veía la escena sorprendida con un gesto de disgusto en su cara, no tanto por la incomodidad sino porque sentía envidia de aquella chica; dejó el café en la mesa y se regresó inmediatamente al interior del pequeño bistro.
Al irse ésta él detuvo el beso y le sonrió a su amada con un gesto de complicidad que ésta le correspondió con la misma expresión. -¿Mejor?- le preguntó.
-Me encanta cuando hacen eso- respondió ella.
-A mi también, que noten que no tienen ningún chance porque saben que jamás llegarán a ser tan perfectas cómo tú-.
-Te extrañé al levantarme- dijo ella bajando la mirada cómo gesto de timidez.
-Yo jamás he dejado de extrañarte, my babe. Lo estoy haciendo justo ahora y eso que nos encontramos juntos en este preciso instante- articuló él mientras llevaba su mano hasta el mentón de ella y le levantaba la cara para apreciar cómo se sonrojaba totalmente.
-Te ves tan hermosa sonrojada y tu piel se siente tan cálida... Amo eso, te amo a ti- dijo.
Ella inmediatamente le besó, un beso que él podía sentir en cada centímetro de su cuerpo, incluso en los huesos.
-¿Que tal dormiste?- preguntó él.
-Bastante bien a pesar de un pequeño sueño que me perturbó un poco- dijo ella cambiando totalmente su expresión a una de angustia y preocupación.
Él sintió aquel sentimiento de tristeza que le embargaba a ella e inmediatamente le preguntó: -¿Quieres contarme?-.
-Soñé que te perdía- dijo mientras se le llenaban los ojos de lágrimas.
-Quiero que me escuches atentamente, my darling. Jamás me vas a perder, te prometo que voy a estar a tu lado.- le respondió mientras la abrazaba y guiaba su cabeza hacia su pecho para darle un lugar donde esconderse, él sabía bien que ella odiaba llorar frente a alguien y más aún si se trataba de él aunque a éste le pareciera un gesto muy noble y enteramente tierno.
Se encontraron de esa manera y en silencio por un rato mientras él le acariciaba el cabello, la cara y trataba de secarle cada pequeña lágrima que intentaba cruzar aquél pálido rostro que tanto amaba. -Prométeme que nunca me vas a dejar aunque yo te lo pida.- dijo ella.
-Honey, te prometo enteramente que jamás vas a estar sola porque yo siempre voy a estar cerca de ti, siempre voy a estar para ti, siempre voy a estar por ti.- dijo.
-Y aunque sé que no te gusta mucho esa palabra... "Siempre", aunque sé que desconfías de ella, te la digo porque no hay alguna otra que exprese de manera completa y correcta lo que quiero darte a entender.- continuó mientras la abrazaba fuerte y le retiraba el cabello de la cara y lo colocaba detrás de sus orejas.
-¿Ya te dije que te amo?- preguntó ella.
-Hoy no- articuló él.
-Pues lo hago- dijo ella con la voz un poco quebrada.
Él sólo se limitó a sonreir mientras sentía una supernova estallar dentro de su pecho... Tomó una gran bocanada de aire, cerró los ojos y exhaló con fuerza y finalizó preguntándole: -¿Te casarías conmigo?- mientras sacaba un anillo del bolsillo y se lo colocaba en el dedo anular...
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