Bueno, en esta nueva entrada si puedo expresar con mayor libertad la continuación de aquella fantasía la cuál es demasiado dulce para mi gusto y ya lo he dicho. En realidad esta continuación es otra fantasía totalmente diferente pero que quise englobar en una y por ello haré todo lo posible para que ambas encajen.
No recuerdo con claridad todo lo sucedido luego de aquel tan apasionado beso, hay muchos pensamientos en mi cabeza y sólo me dejo llevar por el momento, siento que intentar recordar es un poco irrelevante e improductivo y me concentro en lo que más me importa... Tú.
Te puedo ver, tan hermosa cómo siempre, en frente de mi, con tus medias medias altas que tanto me vuelven loco y vestida de encaje, honestamente te ves cómo una diosa, pareces extraída de una de mis fantasías, te ves exactamente cómo la mujer perfecta para mi, pareces nacida de un deseo... De mi deseo. Avanzas lentamente hacia mi con aquel caminar tan sensual cómo la palabra misma, vas lo suficientemente lento cómo para que me de chance de notar en donde nos encontramos. Puedo ver que estamos en una especie de habitación, noto una cama grande, una lámpara con luz ténue sobre una mesita de noche donde también se encuentran varias botellas de Whiskey y Vodka, algunas vacías y otras a medio beber con ese vistazo rápido pude entender ligeramente todo pero ya no había tiempo para pensar, ya estabas justamente frente a mi, mirandome directamente a mi alma a través de mis vacíos ojos.
Mi primera reacción al tenerte tan cerca fue abrazarte fuerte y comenzar a besar lentamente tu cuello alternando mordidas y lamidas, lo siguiente fue besarlo hasta llegar a la parte trasera de este donde me detuve y fui bajando recorriendo la línea de tu columna vertebral, podía sentir cómo te estremecías con cada milímetro que descendía hasta que choqué con el broche de tu bra el cuál sólo atiné a desabrochar para seguir abriendome paso hasta poder llegar a mi destino... La parte baja de tu espalda. Al llegar a tan deseada parte de tu cuerpo no hice más que volver a dar la vuelta besandote las caderas hasta llegar a tu hermoso vientre, te comencé a notar cada vez más anciosa, con una respiración tan agitada y casi que gimiendo, en tu cara se podía notar cuanto lo deseabas y con aquellos hermosos ojos cerrados cómo concentrándote sólo en sentir y no en otra cosa.
Comencé a ascender desde tu vientre embriagado por tu aroma, un aroma tan dulce y venenoso que me quemaba los pulmones con cada inhalada, fui subiendo lentamente besando cada centímetro de tu torso desnudo hasta llegar a tus pechos en los cuales me detuve un largo tiempo, estaba completamente enamorado de ellos, tan pálidos y suaves. Comencé a sentir tus manos acariciando mi espalda y cómo esas tiernas caricias se transformaban es rasguños que sólo aumentaban mi placer el cuál a su vez alimentaba el tuyo. Cada rasguño que me hacías era una pequeña mordida a tus tiernos pechos las cuales te hacían casi que saltar de placer, no supe cuando tiempo estuvimos en ese plan pero sé que cada segundo valió la pena.
Me abrí paso hasta tu cuello el cuál nuevamente amé cómo nunca antes lo había hecho, lentamente subí hasta tus labios los cuales besé con aquel desdén y aquellas ganas cómo si el mundo dependiera de ello, pude sentir aquel sabor de tus labios que ardían cómo si estuvieran hechos de lava y los mordí cariñosamente pero a la vez con una fuerza que parecía encantarte, tus expresiones faciales y tu respiración igual de caliente te delataban. Mientras nos besabamos no parabas de dejar las perfectas marcas de tus uñas por todo mi cuerpo lo cuál no hacía más que alentarme a que siguiera adelante.
Perdí la noción de todo y cuando logré reaccionar estabas en la cama y yo estaba amando tus piernas tan perfectamente pálidas, lentamente retiré de cada una de ellas y me dispuse a besarlas en toda su extención, comencé desde el tobillo de tu pierna derecha y fui ascendiendo lentamente, alternando besos con lamidas cálidas que harían derretir hasta al polo norte. Me detuve en la cara interna de tu muslo mordiendo levemente cada centímetro y el mismo procedimiento usé con la otra pierna mientras halabas mis cabellos, se sentía tan bien... ¡Maldición! no hay palabras para describir tal sensación.
Me acerqué hasta tu oido derecho y te susurré que quería compartir el resto de mi vida contigo, que te quería sólo para mi, que te poseía y que tú me poseías a mi, nada más simple que eso y mientras lo hacía oía tus gemidos y sentía tu aliento en mi cuello, te mordí el cuello cómo si fuera un vampiro alimentandose de su víctima y al parecer eso aumentó el placer que sentías en todo el cuerpo a tal punto que no hacías más que temblar y mostrarme tus emociones a través de las expresiones de tu cara angelical.
El punto máximo de todo, la cumbre, el acto que ya todos sabemos que se desencadenaría jamás podría describirlo con exactitud a cómo sucedió, fue tan perfecto que faltarían muchísimas palabras para lograr tal cometido fue tan intenso y apasionante que te podría decir que sentí cómo si sólo por ese momento hubiera tenido en mis brazos todas las respuestas a mis dudas existenciales, cómo si de alguna manera hubiera logrado encajar todas las piezas del puzzle, cómo si hubiera logrado entender el enigma que tengo por mente, cómo si fuera logrado lo que más deseaba, entrar en tu mundo, vivir dentro de tí. Oh Lord... Aún recuerdo cómo me abrazabas con tus piernas con tal fuerza que sentía mis huesos estremecerse y cómo me rasguñabas la espalda y el cuello, dejando que hilos de aquel líquido carmesí llamado sangre salieran y cómo me pedías que jamás te dejara y yo sólo lograba responderte...
"Jamás lo haré".
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