Ya eran las 12:56 am cuando salí de casa manejando lo más rápido que podía por las calles solitarias de aquella Londres que dormía esperando ansioso mi encuentro con ella. Tan pronto llegué a su casa, ella ya me esperaba en el pórtico y podía notar aquellas líneas de tristeza y soledad dibujadas en su precioso rostro de piel pálida tan preciosa cómo la nieve en una mañana de Navidad. Comenzaba a cuestionarme qué hacía yo allí pero sacudí la cabeza tan pronto ella subió al auto y me pidió entre lágrimas y una voz muy suave que arrancara. Jamás le pregunté a donde o por qué, sólo conduje mientras veía cómo las luces de los faroles de la ciudad se colaban por las ventanas e iluminaban aquella cara que aunque tan destrozada en ese momento igualmente irradiaba una belleza increíble que haría poner de rodillas a cualquiera que la viese sin precaución. No podía permitirme que ella notase que la miraba, así que lo hacía entre ratos.
Ella encendió el reproductor y colocó Kreuzberg de Bloc Party, sabía que me encantaba aquella canción y siempre supo que me traía una inmensa calma, supongo que eso era lo que buscaba para sí misma. Esa noche perdí la noción del tiempo, por cuantas horas estuve conduciendo al rededor de la ciudad con ella a mi lado, sólo recuerdo cuando su pequeña boca se movió para articular una oración y me dijo "Te debo una" a lo que repliqué que no era necesario y por ella daría todo. Era extraño puesto que sabía que ella jamás sería para mí pero aún así yo estaría allí para lo que me necesitase. Me detuve a las afueras de la ciudad, entre el campo que la rodea desde donde se podía ver el cielo nocturno cubierto de estrellas, nunca supe cómo terminamos allí pero me alegra haberlo hecho. Le pregunté si deseaba bajar a lo que me respondió que sólo deseaba poder descansar un poco así que le bajé el volumen a la música y estuve allí sentado en silencio hasta el amanecer mientras la miraba dormir repitiendo en mi mente aquel fragmento de Kreuzberg "What is this love? Why can I never hold it?". Tan pronto salió el sol arranqué nuevamente el auto y la llevé hasta la casa de su mejor amiga, intuyendo que no quería volver a la suya. Antes de bajarse me dio un beso en la mejilla y sin articular una sola palabra bajó del auto y cerró la puerta para finalmente adentrarse en aquella casa.
Después de tanto tiempo aún me pregunto si algún día algo podría cambiar.
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