Mi vida es una constante búsqueda de almas en las cuales depositar todo el veneno posible y de esa forma hacerlas mías y dominarlas a mi antonjo. Desde muy pequeño aprendí a cómo manipular gente sin que nadie se diera cuenta, de hecho, mi madre me llamaba "Titiritero" porque era capaz de controlar a todos a mi antojo cómo si de títeres se tratase y no me extraña que esta habilidad en lugar de desaparecer se fuera desarrollando hasta formar una alianza con esta personalidad tan tóxica e influyente que poseo, formando así un conjunto de cualidades dignas de un monstruo.
Gracias a mis problemas mentales me enseñaron a bloquear emociones lo que hace aún más fácil la tarea de manejar a quién me de la gana y cómo me de la puta gana, sea quién sea y además destruirlos, romperlos, cortarles las cuerdas cuando siento que ya no son más que sólo un desecho. Sinceramente me encanta hacerlo, siento que me rejuvenezco con cada alma que enveneno, con cada personalidad que succiono y convierto en una copia barata de la mía, con cada sueño que destruyo convirtiendo una hermosa y frágil mente en un manojo de pensamientos y emociones vacías.
Y bueno, para no desviarme mucho del tema...
Está esta chica a la que quiero convertir en el juguete del destino más lamentable y egoista, a la que quiero formar para que sea sólo una de mis bellas muñecas vacías y sin emociones las cuáles piensan y actúan a través de mis deseos. Quiero corromper su mente en su afán de buscar consuelo para su dolor, alejarla de la verdad, quiero curarla de sus temores, quiero que lo logre, quiero que olvide, que abandone el recuerdo de su felicidad pués ya eso no será más que sólo una palabra distante.
Digamos que ella para mi sólo proporciona un servicio, en la gran y atroz metrópoli se deben satisfacer los apetitos de toda clase.
Sus demonios, sus pesadillas, son invenciones suyas, son su defensa, yo simplemente les digo lo que tienen que hacer. Ahí viene él con su sombra atemorizante, con sus manos grandes con garras largas y su cara que no hace más que reflejar una sonrisa diabólica, silencio cariño, no tengas miedo, el hombre que vive en la luna es quién lo domina.
Estas perdida y donde esté tu cuerpo le seguirá tu mente. Quizás ya esté allí.
Me encanta manejarlos a todos, covertirlos sólo en una etiqueta, en un certificado de su propio pedigree, vagando sin rumbo, llevando sus nombres al rededor de sus cuellos, eso les encanta, les encanta mostrar su procedencia. No pueden recordar ni quiénes son ni de donde vienen.
He perdido la cuenta de cuantas mentes he retorcido hasta el olvido, pero tengo la certeza de que no son suficientes. La de ella sería un triunfo, ella es un desecho de mente y ya casi logro mi trabajo.
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