Era una madrugada fría y allí me encontraba yo. En la azotea de aquel edificio, contemplando la ciudad que aún a esas horas no dormía aunque el movimiento no era el mismo que esperarías al mediodía. Me encontraba disfrutando un cigarrillo, vestía aquel traje negro aunque al estar en la soledad decidí desamarrar mi corbata y desabrochar el saco. El viento haciendo que mi cabello ondeara mientras a la vez acariciaba mis mejillas y congelaba mis manos.
Cuando de repente oí aquellos pasos acercándose lentamente, pude distinguir que eran un par de tacones altos. Y aquel perfume, dulce... No volteé la mirada hasta que la tuve a mi lado y pude notar aquel cabello castaño, piel blanca, vestido con hombros descubiertos. Simple pero elegante. Estuvimos allí en silencio por un par de minutos hasta que ella decidió dirigirme la palabra.
-Un poco solitario aquí arriba ¿no?
-Me gusta la comodidad de estar solo. Respondí.
-Además trato de esconderme.
-¿De quién? Preguntó interesada.
Di una calada a mi cigarrillo y gentilmente respondí -De la multitud, naturalmente. Nunca he sido una persona que le agrade estar rodeado de gente. Quizá por ello es que no atiendo a muchas fiestas.
-¿Y por qué viniste a esta entonces? Dijo ella.
-Porque es la de un amigo muy cercano. No podía faltar. Pero ya cumplí con aparecerme y era hora de buscar un sitio tranquilo para pensar. Ahora puedo preguntar ¿por qué te encuentras aquí tú?
-¿En la azotea? Porque necesitaba un lugar para pensar también. Me respondió ella con una leve sonrisa pero sus ojos contradecían a esta.
-Es justo. Respondí en tono suave.
En ningún momento aparté mi mirada del cielo y de aquella ciudad tan iluminada pero tranquila mientras intercambiabamos palabras.
-Me das una vibra extraña. Me dijo.
-No pareces el tipo de persona que sonría mucho. Agregó.
-No siempre fue así. Pero "Things happens". Le respondí.
-Sabes. Pareces el tipo de persona que posee las respuestas correctas.
-Solo si haces las preguntas correctas. Espeté
-¿Puedo preguntarte algo? Me dijo con un tono de gentileza pero con algo de urgencia.
-Adelante.
-Verás, he estado pasando por momentos difíciles emocionalmente. Los sentimientos son algo duros de manejar a veces ¿no? Bueno, el punto es... ¿Cómo curas un corazón roto? ¿Cómo lo superas?
-Es un poco raro que le preguntes a un extraño estas cosas. Dije mientras volteé a mirarla.
-Pero la respuesta es simple. No lo haces. Tú solo sigues adelante mientras ese sentimiento que te embarga se va haciendo más fuerte hasta que llega un punto en el que alcanza su máximo y no puede hacer más que disminuir. Pero el dolor siempre estará allí. No es necesariamente malo, perhaps. Es lo que nos hace quiénes somos. Somos precisamente eso. Nuestros éxitos, nuestros fracasos, nuestras sonrisas, nuestras penas. La gente suele decir que el tiempo lo cura pero no es cierto, solo te alivia el dolor. Lo hace más tolerable hasta el punto en el que podemos cargar con él cómo si fuesen cicatrices de batallas.
-No era la respuesta que esperaba. Me dijo con un tono de decepción mientras bajaba la mirada.
-A veces las cosas no son cómo queremos que sean. Pero eso es la vida y debemos vivirla.
Mientras encendía otro cigarrillo permanecimos ambos en silencio. Me pareció que ella aún trataba de digerir la respuesta y aceptar que quisiera o no, debía seguir adelante con su pérdida. Fuera la que fuera. Porque un corazón roto puede provenir de cualquier lado. De nuestro amante, de un familiar, de una persona cercana, de nuestro perro, de nuestro gato. Muchas cosas pueden romperlo y creo fielmente que es una de las cosas más bellas que podamos sentir. Porque nos indica que amamos y que hubo un tiempo en el que fuimos felices aunque sean solo recuerdos los que queden ahora.
No supe medir el tiempo en que estuvimos en silencio pero puedo asegurar que me fumé cómo 5 cigarrillos con pausas de dos minutos entre cada uno, más o menos. Hasta que decidí seguir sacándole conversación para mantenerla distraída un rato. Tratando de ser gentil.
-¿No te parece curioso? Le pregunté.
-La noche siempre se hace más oscura pero más tranquila cuando el amanecer está próximo. Siempré amé eso. Siempre ha sido mi momento favorito de los días. De hecho, mi hora favorita siempre ha sido al rededor de las 4:00 am. Todo se siente tan en calma. Además es mi número favorito, desde que tengo recuerdos. De pequeño fue mi número de la suerte pero a la vez de mis maldiciones mientras fui creciendo. Y hasta en el sexo es un número maravilloso.
Ella esbozó una leve sonrisa por el pícaro comentario final.
-Así que te gusta mantener las cosas spicy.
-Solía hacerlo. Pero ya no. Le respondí.
-¿Y qué sucedió para que perdieras el interés? Si no te molesta que te pregunte.
-En lo absoluto. He vivido tantas cosas, tantas experiencias y he aprendido tanto que supongo ahora no puedo hacer más que cargar con esa pesada maleta. Cómo te dije antes, eso es la vida. Pero nunca te permitas terminar así. Sal y busca el interés, obsesionate, dedica sonrisas a todos aquellos que lo merezcan. Ve y ama, pero asegúrate que te amen de vuelta porque eso es lo importante. Eso es lo mágico. Somos personas diseñadas para encontrar un compañero de vida, alguien con quién compartir la vida.
-¿Tú lo encontraste?
-Sí, lo hice
-¿Y por qué no estás sonriendo?
-Porque cuando las personas son arrebatadas de nuestras vidas. Sea por decisión propia de las mismas o por el destino, la única manera de mantenerlas vivas en nosotros es jamás dejar de amarlas.
-Así que tú también tienes el corazón roto. Dijo con cierta sorpresa y con cierta empatía.
-Y también el alma. Le respondí.
-¿Qué le sucedió a mi yo que solía sonreír? Realmente no lo sé. Yo solo sigo adelante, sigo caminando. Día tras día, noche tras noche. Pero todas mis pasiones se fueron con sus cabellos dorados. Ahora solo soy un ser errante, incambiable, vacío en cierta forma.
-¿Y por qué no sigues el consejo que me acabas de dar? Me preguntó nuevamente. Demasiadas preguntas pero supongo que es lo que me gano por hablar con extraños en el medio de la noche.
-Porque esto es lo que somos. Le espeté.
-La felicidad se encuentra allá afuera, en algún lado. Pero cuando la tuviste en tus manos, en tus brazos, en tu ser y simplemente se desvaneció lo único que te queda es... Exhaustion. Y yo ya no tengo deseso de buscarla más porque me gusta la melancolía que produce no tenerla y vivir de recuerdos. Me dice a mí mismo que aún amo el motivo de esa felicidad desvanecida y es una carga con la que he decidido lidiar. Me hace quién soy.
Ella parecía confundida pero pude notar su interés en saber más. Lo que no sabía es que no había nada más que decir. El amanecer ya se aproximaba y me había quedado sin cigarrillos.
-Ahora si me disculpas, debo conseguir más de estos. Le dije educadamente mientras le enseñaba la caja vacía.
-Eso te terminará matando. Me gritó mientras me alejaba para encontrar la puerta hácia las escaleras.
-Al final, la muerte nos reclama a todos pero nuestras vivencias estarán en éste mundo para siempre. Le respondí a la vez que cerraba la puerta.
Y mientras bajaba las escaleras no pude evitar esbozar una sonrisa porque una vez más su recuerdo, a pesar de que inundaba mi pecho y perforaba mi ser, nuevamente me hizo sentir cómo en casa. La casa a donde esperaba regresara algún día. Un extraño final ¿no? Un ser vacío que vive de la esperanza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario